Como familia y como pareja, seguro que habéis tenido muchos conflictos. Con seguridad algunos de esos conflictos los habréis resuelto de una manera adecuada, tranquila y razonable, otros no.

Pero, ¿os habéis parado a pensar si estos conflictos afectan a vuestros hijos e hijas?

Hemos visto en las sesiones terapéuticas que la respuesta es SÍ.  Y que estos problemas afectarán en mayor o menor grado a vuestros hijos e hijas dependiendo del problema que tengáis y de la manera de solucionarlo.

Si hay problemas graves como puede ser la violencia intrafamiliar o la violencia de género, el sí es aun más rotundo. Seguro que estos problemas afectarán a la salud emocional de los más pequeños. Pero en muchas ocasiones no hace falta llegar hasta este punto para que les afecte de una manera significativa: las peleas, los gritos o las palabras hirientes entre los progenitores pueden afectarles, tanto cuando estas conductas se producen delante de ellos y ellas, como cuando eso no es así.

Debemos recordar que los niños y las niñas aprenderán de los progenitores la manera de resolver problemas y expresar sus emociones en el futuro. La dinámica de la pareja será un referente para ellos, de una manera positiva o negativa.

Cuando más coherentes y claros seamos, más estrategias  adaptativas aprenderán vuestros hijos e hijas para solucionar sus conflictos en el futuro, mejorarán sus relaciones sociales en general, y  por tanto, se sentirán más seguros , más comunicativos y sobre todo conseguirán más regulación emocional.

PADRES Y MADRES COMO MODELOS DE APRENDIZAJE

Como ya hemos adelantado, los niños y las niñas aprenden de lo que ven, no de lo que les dicen: imitan las expresiones, los comportamientos… sobre todo en las primeras etapas de su desarrollo. Sois sus modelos a todos los niveles y por supuesto también al resolver conflictos o a elegir estilos de relación con parejas o amigos.

Si hablamos con poco respeto a nuestra pareja, gritamos o faltamos al respeto, aprenderán a hacer lo mismo para solucionar sus problemas. Si además, alguno de los progenitores habla mal a sus hijos e hijas del otro, estos distorsionarán la información y el concepto que tienen de ese progenitor.

Con todo esto, sabemos que no existen las relaciones de pareja perfectas, y sabemos que siempre (y además es sano), habrá conflictos, pero la repercusión de estos, dependerá de las soluciones que demos y de que los más pequeños vean que existen maneras de enfadarse “bien”  y maneras de enfadarse “mal”.

Debéis intentar no cruzar la línea de los gritos, los insultos o incluso la violencia.

Si llegáis a un acuerdo y solucionáis vuestros problemas estaréis dando un magnífico ejemplo a vuestros hijos e hijas. No hay diferencia alguna si vuestros hijos e hijas están presentes o no a la hora de solucionarlos, ya que tienen la suficiente percepción para captar si  todo está bien o aun no está solucionado.

Es importante explicarles a  los más pequeños que los conflictos y los choques de opiniones forman parte de las relaciones,  y eso no significa que la relación se vaya acabar, solo que habrá que hablar y encontrar la manera de llegar a acuerdos. Si alguna vez, durante una discusión, sobrepasáis vuestros límites o líneas rojas delante de los niños, hay que pedirles perdón y explicarles que trataréis que esto no vuelva a ocurrir.

SÍNTOMAS DE MALESTAR EN EL MENOR

  • Mal rendimiento escolar
  • Comportamientos disruptivos en el aula
  • Ataques de rabia dentro o fuera de casa
  • Dificultades o problemas en la alimentación
  • Problemas graves de relación entre hermanos
  • Mucha actividad motora
  • Hay niños y niñas que incluso se les puede notar ausentes o tristes.
  • Problemas de sueño.
  • Miedo a estar solos o a dormir solos.

CÓMO HACERLO BIEN

  1. Hay determinados temas que es mejor hablarlos sin los niños delante. Ellos pueden ver si los padres no están de acuerdo en pequeños temas de la vida cotidiana, pero no en aquello que afecte a su educación o cuando sean asuntos más complejos de pareja.
  2. Separaremos el rol de padres del de pareja. Los niños y las niñas deben entender esta diferencia, y deben saber que aunque no haya pareja, siempre y pase lo que pase, sus padres seguirán siendo sus padres.  
  3. No desautorizar nunca al otro progenitor, porque eso le da al hijo un poder que no ayuda en su educación.
  4. Si a pesar de todo los padres discuten delante de ellos, es importante que se reconcilien explícitamente delante de los hijos, que tengan un gesto de cariño y de respeto. Así no se daña la autoestima del menor y este aprende que si sus padres se equivocan, él también puede hacerlo, y sobre todo aprender del error.
  5. No generalizar: hablar del hecho concreto y evitar caer en el error de “es que siempre…”
  6. Expresar los sentimientos y las emociones que nos ha causado el comportamiento de la otra persona, o lo que ha hecho, sin gritar ni elevar el tono de voz.
  7. Intentar mantener un punto de vista constructivo entre los dos. No buscar el culpable, sino tratar de ver cómo podemos solventar el conflicto.
  8. Evitar el silencio. Las cosas no se arreglan solas, y callarse no suele ser una buena solución porque el malestar no desaparece. Eso sí, hay que elegir el momento adecuado para hablar. Es mejor no hacerlo cuando estamos atrapados en una emoción muy intensa y creemos que podríamos decir algo de lo que nos podemos arrepentir.
  9. Comunicarse de forma asertiva, reconociendo que la otra persona puede tener un punto de vista y unas emociones diferentes, y respetarlas. Utilizar la empatía, ponerse en lugar del otro.
  10. Establecer una línea roja que no vamos a traspasar. Por ejemplo: la del respeto mutuo, que siempre ha de estar ahí.
  11. Es importante que cada día haya un momento familiar. Un momento de diálogo y de escucha sin juicios de valor, en el que se acoge lo que cada uno dice.

ÁREA DE PSICOLOGÍA INFANTO JUVENIL

ANA BORJA ROYO

ROSA MONTESINOS

Psicóloga infanto-juvenil

Mediadora Familiar

Psicóloga infanto-juvenil

Terapeuta Familiar

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