ESTRÉS

6 noviembre 2017

¿Qué es el trastorno adaptativo?

La vida no siempre es un camino de rosas, eso lo sabe cualquiera. Tampoco es que se venga a la vida para sufrir pero, antes o después, en la vida pasaremos momentos dolorosos que desafiarán nuestros recursos para afrontarlos.

¿Qué tipo de problemas pueden llegar a desafiar nuestra capacidad adaptativa y generar estrés?

Realmente problemas de todo tipo.

Pueden ser fuente importante de ansiedad los problemas que se presentan dentro del grupo primario de apoyo, fundamentalmente la familia, pero también aquellos que ocurren dentro del ámbito educativo o entre nuestro entorno social. Los problemas laborales, de vivienda y económicos, junto con las dificultades para acceder a asistencia sanitaria adecuada también suponen importantes desafíos, así como problemas legales o de otra índole.

Todo ello, aunque por supuesto no siempre, puede desencadenar un trastorno adaptativo.

Cómo saber si se trata de un trastorno adaptativo agudo y no de otra cosa

Si en algún momento de los tres meses siguientes a un estresor claramente identificable (que no sea un duelo) aparece un malestar mayor del esperable frente a lo ocurrido y la vida social, laboral o personal se ve claramente alterada, podemos estar frente a un trastorno adaptativo, sobre todo si, una vez que ha desaparecido el estresor, en los meses siguientes los síntomas no persisten. En ocasiones predomina más la ansiedad, en otros el bajo estado de ánimo. Pero el diagnóstico debe realizarlo un psicólogo para descartar otros problemas. Los psicólogos son los que conocen cómo evoluciona en una persona la respuesta de su organismo ante el estrés.

La respuesta inmediata al estrés

Cuando estamos sometidos a una fuente de estrés como las citadas anteriormente, se producen una serie de cambios en nuestro cuerpo, alguno de los cuales son fáciles de detectar (respiramos más deprisa, nuestro corazón late más deprisa, sentimos la presencia de la adrenalina en la sangre, el pelo puede ponerse de punta, el estómago puede vaciarse mediante vómitos o acelerarse su digestión mediante ácidos, el intestino se vacía mediante diarreas, sudamos profusamente, incluso podemos experimentar temblores). Otros cambios corporales que también se dan no son directamente perceptibles (se dilatan nuestras pupilas, nuestro hígado convierte más rápidamente la glucosa, aumenta nuestra presión arterial…).

Sea como sea es la forma que nuestro cuerpo tiene de dar el máximo de sí para afrontar una situación.

La respuesta tardía al estrés

Si el estrés se mantiene porque no encontramos el modo de afrontar y resolver la situación problemática, generamos más cortisol, se resiente nuestro sistema inmunitario y se activa el hipocampo. Aquí el e cerebro y el cuerpo aún están intentando dar el máximo para resolver la situación que se nos resiste.

La respuesta crónica al estrés (si se mantiene seis meses o más)

Pero si el estresor persiste, el panorama comienza a cambiar, pues nuestro cerebro, debido a la fatiga, a la ira y a la presencia de depresión comienza a presentar disfunción cognitiva, nuestro sistema inmune cae en picado, aumenta la presión y frecuencia cardíacas y los niveles de cortisol comienzan a ser alarmantes.

El círculo vicioso

Como es lógico de entender, en estas condiciones estamos en un mal punto de partida para resolver de manera eficaz nuestras funciones cotidianas, ya sean estas laborales, financieras, académicas, familiares… cometemos errores de gestión, de inhabilidad social, de pérdida de control, que aumentan los estresores y cronifican la situación. Nuestra autoestima baja y aparece la desesperanza.

Tratamiento psicológico del trastorno adaptativo

Como en casi todo en la vida, en psicología, antes también es mejor. Pero el psicólogo siempre trabaja con aquello que se encuentra y en el estadio en el que se encuentre: siempre hay margen para el trabajo terapéutico.

Cuando la respuesta de estrés ha sido intensa, es frecuente combinar el tratamiento psicológico con el farmacológico, puesto que un retorno rápido a los niveles normales de funcionamiento del cuerpo siempre es una buena idea: recuperar el ritmo cardíaco, poder volver a concentrarse, recuperar el ritmo respiratorio, mejorar el sistema inmune, etc.

Después viene el trabajo psicológico propiamente dicho: averiguar que estrategias psicológicas extra necesita esta persona ante problemas como ése, ver lo que falló, analizar si no supo ver que se llevaba al límite, reaprender a cuidarse o, si el problema es irresoluble, enseñarle a construir una vida significativa pese a él.

Mª José Miguel

Psicóloga

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