Es cierto. Los niños tienen sus propias ideas sobre cómo solucionar problemas. Siempre que, durante su crecimiento, no se las coartemos.

Desde el inicio, el niño es un observador y un experimentador nato. Mira luces, colores y formas. Deja caer objetos desde su sillita. Golpea y muerde juguetes. Chilla. ¿ Qué está haciendo sino investigar cómo funcionan las cosas? Él mismo se prepara su primeras lecciones de física, química y sociología.

En ocasiones, los niños prueban a solucionar problemas. A su modo. Con los conocimientos y habilidades que tienen a su alcance. No saben más, pero ya saben investigar. Puede que la raqueta no quede muy operativa, puede que la ropa del día no quede combinada según el gusto de los adultos. Pero lo que sí es cierto es que el niño está mostrando su INTELIGENCIA, su capacidad para resolver situaciones y establecer relaciones entre las cosas.

Como psicólogas, opinamos que es estimulante favorecer que nuestros hijos investiguen de esta manera: manchándose, mezclando sustancias, dibujando a su modo, cortando a su modo, combinando ropa a su modo, etc… Porque si somos los adultos los que les decimos “ no, eso no se hace así” o “ ¡pero se puede saber qué desastre estás haciendo!”, comenzamos a poner límites a la curiosidad natural de los niños.

De modo que, cuando sea posible, y sobre todo cuando no sea peligroso, deja que tu hijo realice actividades no dirigidas, que investigue con la naturaleza y su cuerpo, que cree nuevas recetas. Deja que decida qué le apetece saber sobre una determinada materia, fomenta sus intereses.

Conseguirás mucho más secundando sus intereses que imponiendo los tuyos. Muchas escuelas ya se han dado cuenta de que el conocimiento deseado es el mejor recordado, por eso organizan la rutina de sus aulas en base a proyectos decididos en la asamblea. Los niños deciden qué les interesa a aprender, se hacen preguntas, investigan. Al final del camino, los papás y los docentes podemos hacer que lleguen a adquirir los conocimientos normativos sin necesidad de imponerselos. Así serán adolescentes y adultos curiosos, a los que les guste aprender e investigar. Su motivación será alta, y lejana quedará la sombra del fracaso escolar.

Lo mejor del asunto, es que de esta manera ¡es mucho más divertido y enriquecedor para todos!

 

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